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A menudo nos olvidamos de lo que es realmente importante. Nos entretenemos dando mil vueltas a cosas que parecen fundamentales y dejamos de lado lo que realmente nos hace felices.  A mí me ocurre mucho más a menudo de lo que me gustaría reconocer. Cierro la ventana y no dejo que Claude, mi nube personal, entre a visitarme. No es que no me acuerde de ella, pero siempre justo cuando me acuerdo no está ahí fuera. Confesaré que, en ocasiones, intuyo que está al otro lado del cristal y evito mirar, porque no tengo tiempo para ella, porque tengo que atender las obligaciones de lo que se supone debe ser la vida adulta a la que llegué ya hace unos cuantos años. Se me rompe el corazón al imaginar a Claude fuera flotando en el aire y mojándose en la lluvia, pero una tiene que hacer lo que tiene que hacer. Y claro, la ventana cerrada ha hecho que el aire en la habitación se haya vuelto pesado, denso, tanto que cuesta respirarlo y no llega hasta el fondo de los pulmones. Estás tan metida en la vorágine de la rutina que ni te das cuenta y sigues respirando ese aire viciado y tu vida se va tornando poco a poco más y más gris.

Recordé a Mr. Gray Cloud y como fue capaz de salir de su mundo aburrido y taciturno. Abrí la ventana, pero Claude ya no estaba allí. Se cansó de esperar. ¿Cómo fui tan tonta de dejar escapar a una amiga tan especial? Yo que tenía mi propia nube personal… Decidí irme unos días de vacaciones, para desconectar, para olvidarme de todo.

Subo al avión. ¡Bien, me ha tocado ventana! Justo detrás de mí se ha sentado un niño que no para de dar patadas a mi asiento y no calla… No digo nada. No suelo quejarme de esas cosas, pero por dentro imagino mil y una formas de hacer que pare (ninguna amable, por supuesto). Y de repente oigo al pequeño: “¡Mamá, mamá! ¡Mira! Una nube nos está diciendo Hola”. La madre le dice “que sí, que sí…” como suelen responder los mayores que tienen cosas importantes en que pensar. Pero yo me asomo a la ventana y veo a Claude que me sonríe. Claude que me ha encontrado de nuevo, que ha seguido insistiendo y viene a recordarme que el cielo no es gris si no azul, que todo depende del color del cristal con que se mira y escoger uno de color gris no es la mejor opción. Vemos el mundo del color del cristal que escogemos para mirarlo pero el mundo tiene más colores que el mismo arcoiris.

nubes_desde_avion_gabrielsoares
Ilustración: Gabriel Soares

A la vuelta de vacaciones dejé la ventana abierta de par en par y Claude no tardó mucho en llegar. Celebramos el segundo CumpleClaude comiendo unos donuts rosas a los que teníamos muchas ganas (la verdad, es que no estaban tan buenos como esperábamos, pero en la foto quedan muy bien 🙂 ).

También repasamos las nuevas aventuras que habíamos vivido durante este año: nuestro segundo viaje a Oz, como ayudo Claude a Rudy a rescatar la Navidad, conocer a nuestras nuevas amigas nubesa Benita Conejita y volvimos a emocionarnos con la historia de amor de Carl y Ellie.

Por ahora, os decimos ¡Hasta pronto! No haré promesas de pasar por aquí cada día, ni cada semana. Sólo decir que, a pesar del frío, dejaré abierta la ventana.

Como banda sonora para hoy os dejo con una preciosa canción de Silvio Rodríguez llamada «Rabo de Nube». Para los que no lo sepáis un rabo de nube en latino america es un tornado pero a mí, inevitablemente, me ha recordado a Claude (gracias @mikinaranja por descubrírmela).

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¡Hasta Pronto!

Cenefa Claude

P.D.: Si queréis recordar nuestro primer CumpleClaude, podéis hacer click en el enlace.

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