El reloj marca las 12. Es medianoche, la hora mágica. En la casa tan sólo se escucha el silencio, interrumpido por algún que otro ronquido, lo que delata que sus habitantes se hayan profundamente dormidos. Ha llegado el momento.
El reloj marca las 12. Es medianoche, la hora mágica. En la casa tan sólo se escucha el silencio, interrumpido por algún que otro ronquido, lo que delata que sus habitantes se hayan profundamente dormidos. Ha llegado el momento.