Autumn Leaves

Esta misma mañana, al salir de mi portal de camino hacia el trabajo, he encontrado a alguien que me estaba esperando: una bonita hoja de árbol, de color marrón anaranjado y una forma perfecta, como recién caída de su árbol. Iba pensando yo en eso cuando me he dado cuenta de que, empujada por el viento, me iba siguiendo. He subido al autobús y al mirar por la ventana he vuelto a verla, esquivando a los coches, a las motos y muy cerquita de la ventana. No le he quitado la vista de encima en todo el trayecto y, al bajar del autobús, me ha acompañado hasta la puerta del trabajo y, allí, ya nos hemos despedido. No sé si volveré a verla, pero me ha encantado conocerla.

Noviembre ha traído debajo del brazo un otoño que no acaba de llegar. Pero a pesar de eso, los colores de la ciudad siguen delatando que nos encontramos en esa estación del año. Las hojas de los árboles están por todas partes. Hojas marrones, amarillas, verduzcas, ocres, alargadas, de forma estrellada (mis favoritas), como lágrimas, pequeñas, medianas y grandes… Las hojas caducas, después de pasar su infancia en las copas de los árboles, deciden que es hora de echar a volar. Se sueltan con cuidado de su rama y, planeando para no hacerse daño al  caer, llegan al suelo. Las hojas perennes las observan, verdes de envidia, desde las copas de los árboles, pues ellas no tendrán la oportunidad de vivir la aventura de soltarse del árbol para ver mundo.

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Foto ilustración: instagram de @byjud_crea.

El problema es que, en el suelo, acechan muchos peligros a las frágiles hojas: puede ser que alguien las pise, o que venga el señor barrendero y las tire en su cubo de la basura… Si alguien pisa a una hoja, ahí se acaba todo y tampoco es mucho más halagüeño el futuro que les espera en el vertedero.

Así que esperan ansiosas sobre el pavimento hasta que aparece una brizna de viento a la que poder agarrarse. Lo intentan una vez y se caen, pero a la siguiente se agarran muy muy fuerte y consiguen alzar el vuelo. El viento las transporta allá donde quiere. Suben y bajan, dan volteretas, al principio se marean un poco pero después se acostumbran y consiguen saltar de una brizna de viento a otra como si fuesen lianas y, cuando ya lo tienen totalmente dominado, incluso pueden surfear sobre las lenguas de aire. Es muy divertido y una muy buena manera de pasear por la ciudad en otoño. Siguen a los coches, a las motos o a los autobuses (como la que he visto esta mañana), juegan con los niños y los perros, se quedan pegadas a los escaparates para escoger que incluir en sus cartas a Papá Noel o a los Reyes Magos… Ya en la madrugada, cuando la mayoría estamos en nuestras casas y nuestros pies no entrañan ningún peligro para ellas, se guarecen de la humedad y la posible lluvia en los portales de nuestras casas. Y a la mañana siguiente, si hay suerte y el viento arrecia se cogen bien fuerte de nuevo a un pedazo de viento y consiguen subir hasta el cielo.

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Foto ilustración: instagram de @byjud_crea.

Claude me ha explicado, hace un momento, que la hoja a la que he conocido esta mañana le ha dado recuerdos míos. Y ahora, no sabemos donde estará. Quizá ha llegado ya hasta Japón! Quien sabe…

Os dejo con una canción otoñal que me ha encantado y que, además, tiene un videoclip sencillo y que me ha parecido muy bonito. A ver si os gusta!

Cenefa Cloud transparente

Nota: Las fotos/ilustracion incluídas en este post son del instagram de @byjud_crea. El tema es de Noelle Johson y se llama «Autumn Song» iba perfecta!

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