The Wicked Witch of West

¿Alguno de vosotros se había preguntado alguna vez por su nombre? Elphaba. La Malvada Bruja del Oeste, se llamaba Elphaba. Elphie, para los amigos. Sí, habéis leído bien. La Malvada Bruja del Oeste tenía amigos y no eran precisamente malos. De hecho, su mejor amiga no era otra que la Bruja Buena del Norte, Galinda. Glinda, para los amigos. Por supuesto, ella tenía amigos, pero no todos eran precisamente buenos.

Claude y yo hemos vuelto a volar hasta el país de Oz. Si no conocéis la historia de las Brujas de Oz y/o no queréis saber más, este es el momento en el que debéis dejar de leer. Si queréis saber más o ya conocéis la historia y os apetece recordarla ¡Adelante!

Desde la ventana más alta de su tenebroso Castillo en el país de los Winkis, Elphaba divisaba la Ciudad Esmeralda casi borrada por la bruma. El momento se acercaba. ¿Y si el plan que había ideado no salía bien? Estaba aterrada. Todo Oz estaba convencido de que ella era mala. La Malvada Bruja del Oeste. Todos los habitantes de su país la repudiaban. ¿Es que sólo podía ser la mala porque no podía ser de otro modo? ¿Acaso el color verde de su piel la había condenado a jugar ese papel dentro de la historia? Elphaba no era mala, en realidad. Tampoco era la habitante de Oz ejemplar, pero tampoco lo era Galinda, con su soberbia y su egocentrismo. A pesar de todo, Glinda era su mejor amiga. El destino cruzó sus caminos en la Universidad de Shiz. Así debía ser. Ambas debían conocerse. Ambas debían aprender la una de la otra, por eso la vida las unió. Ninguna de ellas hubiese llegado a ser quien era sin la otra. No hubiesen seguido su propio camino de baldosas amarillas. Elphaba quería a Glinda, muchísimo, como también adoraba a su hermana Nessarose y a su gran amor Fiyero. Pero, para Elphaba, el amor no reportaba felicidad, si no dolor. Parecía que en ella el amor era contranatura y el destino se empeñaba en ponerla una y otra vez en su lugar de mala de la historia llenando su vida de sufrimiento.

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Ilustración: Alberto Cámara

Desde siempre, Elphie había visto en la mirada de los ozianos la repulsa hacia el color de su piel . Soñó con viajar a Oz a visitar al Gran Mago para que conjurase un hechizo que consiguiese que los habitantes de su mágico país la apreciasen a pesar de su piel verdosa. Pero el Mago, no resultó ser la persona poderosa y bondadosa que ella imaginaba. En Ciudad Esmeralda, encontró a un viejo inventor algo chiflado, que guardaba un libro de magia, el Grimorio, que ni siquiera sabía utilizar. ¿Y para qué tenía el Grimorio si no podía usarlo? Porque el Mago Gobernador de Oz ansiaba por encima de todo el poder.

Fue su ansia de poder lo que le impulsó a intentar destruir a los Animales (con mayúscula) sumiendo a Oz en estado de guerra. Los Animales tenían cuerpo de animal pero, por el resto, eran iguales a los otros habitantes de Oz. Podían pensar, hablar, sentir… El Dr. Dillamond, el profesor predilecto de Elphaba y una de las eminencias de la Universidad de Shiz, era uno de ellos. El Mago lo apresó y le privó de su capacidad de hablar apresándolo en una jaula y reduciéndolo a un simple animal común.

Elphaba inició su cruzada para salvar los derechos de los Animales. Se hizo con el Grimorio y descubrió la magia. Todos sus hechizos conjurados en pos del bien, se retorcían en algún punto para acabar en un trágico final. ¿Sería que su magia no servía para otra cosa que para hacer el mal?

– Al intentar salvar los derechos de los Animales, el Mago se volvió contra ella.  El Gran Mago no ejercía la magia pero era poderoso. Oz estaba bajo su mando y se las ingenió para hacer correr la voz de que una Bruja Malvada y muy peligrosa andaba suelta. Desde entonces Elphaba debió esconderse dentro de su lúgubre castillo. El mago no estaba sólo contra Elphaba, le ayudaban: Madame Morrible -directora de la Universidad de Shiz- y tan ávida de poder como el Gran Mago y Galinda -la que se supone era la Bruja buena del Norte- despechada porque el buen corazón y la inteligencia de Elphaba había encandilado al muchacho de sus sueños, Fiyero.

– Al embrujar los archiconocidos chapines de rubíes para que su hermana Nessarose pudiese caminar, la lástima que su marido el munchkin Boq sentía por Nessa se esfumó. Boq confesó a Nessa que no la amaba a ella si no a Glinda. Nessa, fuera de sí, agarró el Grimorio y pronunció un hechizo para embrujar el corazón de Boq. Nessa se equivocó en un sola palabra y el efecto del encantamiento cambió encogiendo el corazón de Boq hasta hacerlo desaparecer. Todo lo que Elphaba pudo hacer para evitar su muerte fue convertirlo en un hombre de hojalata. Nessa, rota de dolor, se autoproclamó la Bruja Mala del Este.

– Al conjurar un hechizo de protección para salvar a su amado Fiyero, jefe de la guardia de resistencia al Mago, lo transformó en un tonto espantapájaros. Su amado Fiyero, era sólo un muñeco relleno de paja y serrín.

Todas las buenas intenciones de Elphaba se iban al traste. Al querer ayudar, sólo empeoraba la situación. No era nada sencillo ser la mala de la historia. Representar ese papel acarreaba un lastre de amargura. La hora había llegado. Por el Este, a lo lejos, se adivinaba como se acercaba al país de los Munchkins un enorme tornado que traía a la pequeña Dorothy. La salvadora de Oz que acabaría con la Malvada Bruja del Oeste (eso se suponía). Mientras tanto, la gobernadora del país de los Munchkins, la Bruja Mala del Este, paseaba con sus chapines de esmeraldas por el inició del camino de baldosas amarillas…

El resto de la historia seguro que ya lo conocéis o quizá no… El libro de L. Frank Baum explicaba la versión oficial de la historia. La otra, la versión en la que Elphaba no es la Malvada, nos muestra que no debemos quedarnos con la primera impresión, que los prejuicios muchas veces se equivocan, que Elphaba no conseguía sus propósitos porque no confiaba en sus posibilidades (al contrario que hacía la pequeña Dorothy). Curioso como Elphaba pasó de ser la Malvada Bruja del Oeste en «El Maravilloso Mago de Oz» a la heroína de la historia de «Wicked». La historia del Mago de Oz tal y como la conocemos dice que la Bruja del Oeste desapareció a manos de la pequeña Dorothy. Exactamente: desapareció. Lo que no quiere decir que no esté pues su plan no era otro que ese mismo: desaparecer para empezar una nueva y feliz vida. Sólo Glinda, complice en el engaño de Elphaba, conoce su paradero. Me pregunto dónde estará… 

Ilustración gif: xamag-oz.tumblr.com
Ahora, como siempre al final del post, os dejo con algo de música. Otra de mis grandes favoritas. El número central del musical «Wicked» (si tenéis la ocasión de verlo, merece muchísimo la pena). Por si no lo conocéis, que casi seguro que sí, el tema es «Defying Gravity». Aquí nos deja una pista de donde podemos encontrarla si la queremos buscar. Interpretado por las primeras que fueron Elphaba y Glinda en Broadway: la grandísima Idina Menzel y Christin Chenoweth. Os aseguro que en directo es sobrecogedor.

Y hasta aquí nuestro segundo viaje al maravilloso país de OZ. En nuestra primera visita a Oz, prometimos que volveríamos y así lo hemos hecho. ¡Hasta pronto amigos ozianos!

Nota: Todo lo escrito en este post está inspirado en el libro «Wicked: Memorias de una Bruja Mala» de Gregory Maguire y «Wicked: The musical»

Cenefa Claude

3 comentarios sobre “The Wicked Witch of West

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