Las mayores historias de amor pueden contarse en minutos y sin decir una sola palabra. Eso es exactamente lo que ocurre con la historia de Carl y Ellie en la película de Pixar: “UP”. Ellos forman una de mis parejas de cine favoritas. Estos dos personajes animados, no tienen una gran historia de amor de leyenda, ni se trata de un gran drama de amor imposible contra el mundo. Sin embargo, su historia es tan sencilla y está tan llena de pequeños detalles que la hacen especial, que podría ser «de verdad». Ahí está la magia de las cosas pequeñas, que traspasan la pantalla y nos hacen creer que nosotros mismos podríamos ser los protagonistas.

En la película, recordaréis que Ellie tiene un libro “Mi libro de Aventuras”, donde recorta pega y apunta todo lo que le llama la atención y que tiene que ver con su sueño de aventurera. Allí pega las fotos, recuerdos y curiosidades de sus descubrimientos. Ocupa un lugar muy especial la foto de su mayor sueño: colgar su hogar en lo alto de “Las Cataratas Paraíso, un lugar perdido en el tiempo”.

Al final de su libro, Ellie guardo un montón de hojas en blanco para poder guardar allí testimonio de todas aquellas “Cosas por Hacer” cuando, por fin, viviese en sus adoradas Cataratas Paraíso. Cuando Ellie ya no está Carl descubre que, finalmente, Ellie llenó esas páginas blancas de recuerdos que compartieron juntos. Lo que no nos muestra la película es que, en el reverso de la última página que Ellie rellenó, había pegado un sobre que contenía una carta para Carl…

Querido Carl, 

¿Cómo estás? No sé por qué pregunto. Supongo que es por simple cortesía. Sé que estarás bien y confío en ello. Sólo te pido que utilices tu bastón de apoyo de cuatro puntos. No te vayas a caer. Ya no somos unos jóvenes exploradores (aunque nuestro corazón así lo siga creyendo).

Te escribo esta carta para darte las GRACIAS por la vida que hemos pasado juntos y también para recordarte lo mucho que TE QUIERO. Intento demostrártelo cada día, pero, a veces, es difícil expresar los sentimientos. Por esto lo dejo escrito en esta carta. Quiero que lo recuerdes y lo sepas. Estoy segura de que en el libro la encontrarás. 

Doy gracias porque aquella tarde al salir del cine entraras en mi casa-nave “Spirit of Adventure”. Tú me encontraste y, a partir de ese día, chapa insignia de por medio, formamos nuestro club. No lo sabíamos entonces, pero ese club de dos iba a ser para toda la vida.

Una pareja es un equipo y nosotros lo formamos sin saberlo. Aprendimos a planear aventuras y a trabajar juntos por conseguir nuestros sueños imposibles.

Menos mal, Sr. Fredricksen, que no salió huyendo cuando me vio con mis dientes mellados y mi “pelo de casco”. 

Unos cuantos años después, pasó lo que tenía que pasar…

¡Nos casamos! ¡Qué elegante estaba con su traje! Muchas novias están nerviosas por el día de su boda. Yo no lo estaba, sabía que no podía haber otra decisión más acertada para mí y tampoco para ti.

Estaba tan impaciente por empezar nuestra vida juntos que no pude esperar siquiera a quitarme el vestido de novia para comenzar con la reforma de nuestra casa, para convertirla en nuestro hogar. ¡Fue divertidísimo! Nunca olvidaré la cara que pusiste al terminar de pintar nuestro buzón, al ver que habías estampado toda tu mano llena de pintura en el buzón recién pintado. Sólo viendo lo mal que te sentías no pude hacer nada más que estampar también mi huella. ¡Quedó tan bonito y original! De eso se trata, Carl, de sacar lo mejor de cada uno de nosotros e intentar siempre hacer sentir bien al otro. 

Hemos tenido una vida de gustos sencillos. Vivíamos el uno para el otro, el otro para el uno. Cuidándonos cuando era necesario o, simplemente, pasando tiempo juntos. Aunque cada uno tuviésemos gustos diferentes. No se trataba de coincidir en todo, ni de intentar cambiar al otro. Siempre te he querido tal y como eres, con tus manías, tus miedos, tus defectos (que a mí siempre me parecieron de lo más entrañables). Aún siendo diferentes, nos complementamos a la perfección. ¡Qué aburrido sería si fuésemos iguales!

Los domingos de picnic en la colina siempre fueron mi momento favorito de la semana. La colina pareció hacerse más empinada con los años e incluso tú ya conseguías llegar a la sombra de nuestro árbol antes que yo. Allí hablábamos durante horas, mirando el cielo, buscando formas en las nubes… ¿Recuerdas que nuestra nube favorita tenía nombre y se llamaba Claude?

En aquella colina tomamos la importante decisión de ser padres. El momento más duro de mi vida fue cuando supe que no podría ser mamá, que no podría darte un hijo. Y, a pesar de eso, elegiste quedarte a mi lado. Eso hizo mi dolor algo más llevadero. La vida, a veces, es tan dura… Gracias por quedarte, por comprenderme y por respetar mi dolor, aún cuando tú también estarías sufriendo.

Pero, sobre todo, gracias por darte cuenta de cuando estuve preparada para volver a vivir. Sólo tú podías saber cuando y como devolverme la ilusión. 

Ese viaje que tantas veces habíamos soñado me devolvió la esperanza.

¡Cuántas veces estuvimos a punto de llenar aquella vasija de cristal! ¡Y cuántas veces tuvimos que romperla! Quererse no siempre es fácil, pero yo tenía muy claro que quería estar junto a ti. Nosotros no somos de esas parejas que rompen su relación por menudencias. Eso ahora está muy de moda, pero si seguir junto a ti significa ser demodé, pues yo lo soy. 

Hace unos días, al limpiar la repisa de la chimenea, encontré unos billetes de avión a Venezuela. ¡Qué sorpresa tan maravillosa! Estoy casi segura de que no podré viajar contigo ya. Pero quería que supieras que los encontré, y que, sólo el hecho de verlos me produjo una alegría inmensa. ¡Gracias Carl! Me imaginé allí. Contigo. Haciendo realidad todas las aventuras que siempre planeamos. ¡No deberíamos haber esperado tanto para hacerlas realidad! La vida no nos ha llevado hasta “Cataratas Paraíso”, pero conseguimos ser miembros de honor del Club de Exploradores sin movernos de nuestra casa. ¡Eso tiene un gran mérito! (claro que no nos perdimos ni una sola de las convenciones anuales). 

Mi príncipe azul no tiene castillo, ni caballo, ni lleva capa sino que lleva gafas, pajarita, tirantes y una chapa de insignia de explorador siempre en la solapa de su chaqueta. Ningún otro príncipe podría haberme hecho más feliz. Vivir la vida junto a ti ha sido la mayor de las aventuras. 

Te quiere, 

Ellie

P.D. Haz una cruz con el corazón y prométeme que buscarás y vivirás nuevas aventuras. Todavía quedan páginas en blanco en mi libro… rellénalas tú por los dos. 

Ay Ellie, ni te imaginas lo que consiguió Carl después de leer tu carta. Surco el cielo de la manera más loca y pintoresca. Llego a Sudamérica y plantó vuestra casa (literalmente) junto a «Cataratas Paraíso». Y todavía le quedaron fuerzas, para enfrentarse a vuestro ídolo de la infancia que, en realidad, era un villano y le venció.

La banda sonora de «UP» es archiconocida y me encanta. Pero voy a regalarles a Carl y Ellie uno de los temazos de mi vida. Su preciosa historia, bien lo merece. «For once in my life» interpretada por Stevie Wonder.

Nota: Todas las imágenes de esta historia son propiedad de Pixar Inc. Si todavía no habéis visto la película, ¿a qué estáis esperando?