Subir las escaleras al desván. Abrir el baúl que esconde los tesoros navideños. Seleccionar cuales de ellos serán los elegidos para formar parte de la decoración de esta Navidad. A Lena le daba algo de pena dejar a alguna de las decoraciones sin poder disfrutar de las fiestas. Siempre había pensado que las cosas tienen su corazoncito e imaginaba la tristeza que sentían las que quedaban dentro del baúl. Por eso, se tomaba su tiempo con cada uno de los adornos. No todos podían resultar elegidos e intentaba que todos tuviesen su oportunidad. Pero había una de las cajas que siempre le había dado algo de miedo. Se trataba de la caja que guardaba los adornos más antiguos: los adornos de cristal de colores, las bolas de Navidad, las que todos hemos tenido alguna vez en nuestra casa, y también las figuras de ese mismo material. Esas figuras tenían un aire misterioso y algo siniestro que, desde siempre, le había dado algo de respeto. Este año, había decidido que esas figuras también ocuparían su lugar. Tenía que enfrentarse a sus miedos y, sin lugar a dudas, eran de las más valiosas entre las que componían la colección de la familia: Bola roja, bola dorada, figura de cervatillo, bola plateada, figura de arbolito de Navidad, figura de Papa Noel… ‘Ay!’ La figura estaba ardiendo. En un acto reflejo la dejo caer y se hizo añicos contra el suelo. ‘Oh no!’ Al recoger los pedazos descubrió que, junto al cordón dorado que hubiese servido para colgarla, brillaba una pequeña luz, muy tenue, pero allí estaba. Intentó cogerla, pendía del cordón dorado. Al levantarla, la luz se hizo mucho más intensa y se extendió por toda la estancia. Y en el desván se hizo la Navidad, ya no hacía frío y todo estaba engalanado (árbol, Belén, guirnaldas y decoraciones navideñas por doquier…). Sintió el calor de la Magia de la Navidad en su corazón y entendió, de nuevo, cual era su verdadero significado. Bajó rápidamente las escaleras, con su luz prendida de la mano y, por allí donde pasaba, llegaba la Navidad, salió a la calle y, a cada paso que daba, las luces navideñas se encendían, se cantaban villancicos y comenzaba a nevar… 

La Magia de la Navidad se esconde en los lugares más insospechados. Está ahí, esperando a ser descubierta por aquellos que creen en ella. No la busquéis. Si creéis en ella, vendrá a vosotros cuando más lo necesitéis. Y volverán a vuestro corazón, todas aquellas cosas que os hicieron felices cuando fuisteis niños: ir a buscar musgo para montar el Belén, pensar que ese año sí conseguiríais que el río del Nacimiento pareciese real, poner todo el cuidado en montarlo para después jugar con las figuritas como si fuesen muñecos (en Belén también ‘aparecían’ playmobils y pin y pon), la emoción y los nervios por salir a cantar villancicos en el colegio delante de vuestras familias, la ilusión de creer de nuevo en Papá Noel, la felicidad de acabar el año rodeados de todos vuestros seres queridos creyendo que eso sería para siempre, ese nuevo año y todos los que vendrían, el ansia preparando los zapatos, leche pan y chocolate para los Reyes y unas mondas de fruta para los camellos (aunque los Reyes de la cabalgata fuesen un tanto dudosos)… Si esta Navidad la luz viene a vosotros, cuidad de ella. No dejéis que se apague. Vuestro corazón os dictará como mantenerla siempre viva. Seréis afortunados porque, mientras siga encendida, el niño que un día fuisteis vivirá en vuestro corazón y os convertiréis en uno de los Guardianes de la Navidad.

¡¡ FELIZ NAVIDAD Y FELIZ NUEVA DÉCADA!!

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Notas: A final de Noviembre Babycatface compartió en su perfil de Instagram esta imagen tan bonita pidiendo que le ayudásemos a descifrar su historia. Aquí está mi historia/felicitación navideña. Así que, muchas gracias @babycatface por echarme una mano para las postales de este año! 🙂 

Como siempre, os comparto un tema musical. Esta Navidad, ‘Show me the Magic’, de mi adorado Jaimie Cullum.